En 1996, Renault sorprendió a todos presentando el Scenic, un coche construido sobre la base del
Renault Megane. Los dos coches compartían elementos mecánicos, estéticos e incluso longitud externa. La batalla de 2,58 metros era la misma para ambos coches. La diferencia principal era la altura: en el Scenic alcanzaba 1,61 metros. Esto, y la colocación de los asientos, otorgaba al nuevo modelo una habitabilidad interior igual (o incluso superior) a la de berlinas del segmento superior, así como un buen maletero. Eso sí, con 5 plazas en vez de 7, que es lo típico de monovolumenes grandes.